“Enrique IV” nos sitúa frente al espejo del teatro para descubrir quién es el loco y quién el cuerdo. Para intentar comprender qué es realidad y qué es ficción, y cuál es la esencia de esta última. Para identificar cuándo portamos nuestras máscaras y cuándo conseguimos ser sinceros, espontáneos, aunque sea por un instante.