Le acaban de comunicar que le quedan 90 minutos de vida. Una hora y media de la más auténtica y plena libertad que nunca podrá gozar un ser humano. La libertad de pasar cuentas, de decir la verdad de todo lom que piensa, de ser sincero por una vez. La libertad de saltarse las normas políticas, sociales y morales. La liberta de quién no puede ser encarcelado, ni multado ni castigado. La libertad de reírse del muerto y de quien lo vela.