Suenan sirenas y voces en una emisora. Apenas han pasado unos minutos desde la consumación de la tragedia ejecutada por Fedra y sus manos, dando muerte tanto a Hipólito como a ella, y todo, en nombre del amor. Los cuerpos aún calientes yacen en el suelo cubiertos por mantas isotérmicas y un espíritu, que todo hace indicar que es el de Fedra, vaga por el lugar buscando respuestas. Claves que le ayuden a encontrar la paz que tanto anhela.