En La vida del Buscón llamado Pablos Quevedo reflexiona sobre la sociedad de su época indagando en los bajos fondos de la corte, en Madrid, dibujando una sociedad con dos caras, una por delante, presentable y de buen aspecto pero poco real, y otra por detrás, impresentable y mucho más cercana a la realidad, sucia, y en la que el “buscavidas” es el rey. Y todo ello con un sentido del humor que llega a doler. Nada de lo que relata Quevedo nos es ajeno: corrupción, muchos pobres para pocos ricos, el amor como moneda de cambio, la sociedad convertida en una corte de los milagros de cualquier época. El buscón es de ayer y es de hoy. Por eso es un clásico.