Una de las prioridades clave de la UE es la digitalización. La facturación electrónica es uno de los resultados de esta política. Con la Directiva 2014/55/UE, la Comisión ha hecho obligatorio que el sector público acepte las facturas electrónicas.

Esta obligación ha facilitado a las empresas de la UE el comercio con el sector público de otros Estados miembros.

Al mismo tiempo, la facturación electrónica también está ganando popularidad en el sector privado. Todo parece indicar que la facturación tradicional acabará siendo sustituida completamente por la factura electrónica.

¿Qué es una factura electrónica?

En pocas palabras, es el intercambio de una factura electrónica entre un proveedor y un comprador. Contiene datos del proveedor en un «formato de datos» que puede importarse automáticamente en el sistema contable del comprador sin necesidad de introducirlos manualmente.

La gran ventaja de estas es que permiten una integración automatizada en el sistema de pagos/contabilidad del comprador. Esto reduce los costes de procesamiento y los errores, es más rápido que la lectura manual de la información y disminuye el trabajo administrativo.